Historias de vida 1...


Aprovechar una situación desfavorable



Cuenta esta historia que un joven de la ciudad se fue al campo y le compró un burro a un viejo campesino, por $ 100. 
El campesino acordó entregarle el animal al día siguiente, pero al día siguiente el campesino le dijo: 

- Lo siento hijo, pero tengo malas noticias... el burro murió. 

- Bueno, entonces devuélvame mi dinero... 

- No puedo, ya lo he gastado… 


- Bien... da igual, entrégueme el burro... 

- Y ¿para qué?... ¿Qué va a hacer con él? 

- Lo voy a rifar. 

- ¡Estás loco! ¿Cómo vas a rifar un burro muerto? 

- Es que no voy a decir a nadie que está muerto, por supuesto. 

Un mes después de este suceso, se volvieron a encontrar el viejo vendedor y el joven comprador. 

-¿Qué pasó con el Burro? 

- Lo rifé, vendí 500 rifas a $ 2.- y gané $998.- 

-¿Y nadie se quejó? 

- Sólo el ganador... pero a él le devolví sus $ 2. 

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La Media Cobija:
Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa, durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia. Su mayor deseo era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna. A los 70 años Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos. Esperaba que su hijo, brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera y decidió por primera vez en su vida pedirle un favor a su hijo. Don Roque tocó la puerta de la casa donde vivía su hijo con su familia. 


- ¡Hola papá! ¡Qué milagro que vienes por aquí! 

- Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy solo, además estoy cansado y viejo. 

- Pues a nosotros, nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que esta es tu casa. 

- Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo. Entonces ¿no te molestaría que me quedara a vivir con ustedes? 
¡Me siento tan solo! 

- ¿Quedarte a vivir aquí?, sí... claro... pero no sé si estarías a gusto. Tú sabes, la casa es chica, mi esposa es muy especial...y luego los niños... 

- Mira hijo, si te causo muchas molestias olvídalo, no te preocupes por mí, alguien me tenderá la mano. 

- No padre no es eso, sólo que... no se me ocurre dónde podrías dormir. No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían... o sólo que no te moleste dormir en el patio... 

- ¿Dormir en el patio? Está bien. 
El hijo de Don Roque llamó a su hijo Luis de 12 años: - Dime papá. 

- Mira hijo, tu abuelo se quedará a vivir con nosotros. Tráele una cobija para que se cubra en la noche. 

- Sí, con gusto papá... ¿y dónde va a dormir? 

- En el patio, no quiere que nos incomodemos por su culpa. 
Luis subió por la cobija, tomó unas tijeras y la cortó en dos partes. 
En ese momento llegó su padre: - ¿Qué haces Luis? ¿Por qué cortas la manta de tu abuelo? 

- Sabes papá, estaba pensando... 

- ¿Pensando qué? 

- En guardar la mitad de la cobija para cuando tú seas viejo y vayas a vivir a mi casa.  





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